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CRISTINA SIN MAQUILLAJE

Por Luis Gonzales Posada

Nunca confié en Cristina Kirchner. La percibí oportunista, demagoga, incompetente y corrupta. Es activa militante del Foro de Sao Paulo y del bloque chavista y, por ello, no ha levantado la voz ante los actos de barbarie de Maduro, Evo Morales, Ortega o de los sátrapas cubanos, responsables de asesinatos, torturas, encarcelamiento de opositores y confiscación de medios de prensa; más bien, los protege diplomáticamente.

Sin compasión por miles de víctimas de esos regímenes, ahora se encuentra en el tramo final de su tóxica vida política. Los fiscales argentinos, Diego Luciani y Sergio Mora le imputan ser “jefa de una organización criminal de la más extraordinaria corrupción en el país”, solicitando doce años de cárcel, inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos y pagar mil millones de dólares de reparación civil, con doce cómplices con quienes saqueó las arcas fiscales.

El centro de la trama ha sido el direccionamiento de obras públicas a favor de Lázaro Báez, amigo y colaborador de su cónyuge desde que fue electo gobernador de la provincia de Santa Cruz, en 1991.

En 2003, Kirchner asume la presidencia y Báez constituye la constructora Austral, que cierra el 2015, al término del mandato de su esposa Cristina. En ese lapso, según informe del Ministerio Público, el patrimonio de Báez se incrementa en la asombrosa cifra de doce mil por ciento (12 mil %) y su compañía en cuarenta y seis mil por ciento (46 mil %).

En su resolución, los fiscales sostienen que durante 12 años Néstor y Cristina se dedicaron “a cometer múltiples delitos con el fin primero de sustraer y luego apropiarse de fondos públicos”, agregando que esta “estructura estatal defraudatoria consistía en licitaciones amañadas, sustracción de sumas millonarias del Estado, enriquecimiento del empresario y del presidente, una etapa de reciclaje a favor del matrimonio”.

Para sustentar los cargos presentaron nueve mil páginas de documentos y grabaciones sensibles de escabrosos actos de corrupción.

Cristina K es, asimismo, incondicional aliada del chavismo. De muestra un botón: en agosto del 2007 el empresario venezolano Guido Antonini llegó en vuelo privado al Aeroparque de Buenos Aires, procedente de Caracas. Un agente aduanero encontró 800 mil dólares en una de sus maletas, dinero atribuido a Hugo Chávez para apoyar su candidatura presidencial, según investigación del FBI.

Un hecho más grave fue la muerte del fiscal Alberto Nisman, a principios del 2015, cuando se aprestaba a denunciar a la presidenta Kirchner y al canciller Timerman por considerar que estaban encubriendo a los autores del atentado contra la Asociación Mutualista Isaraeli de Argentina, atribuido a agentes iraníes, que causaron la muerte de 85 personas.

Nisman hizo una denuncia de 287 paginas el 16 de enero anunció el que el 19 presentaría las evidencias ante la Cámara de Diputados declarando que: “ojalá todos los ciudadanos puedan escuchar y ver las pruebas que tengo entre mis manos”.

El 17 llamó a su asistente, Diego Lagomarsino, para pedirle una pistola porque necesitaba protegerse: ocho horas después de recibir el arma lo encontraron muerto de un balazo en la sien, sin que hasta hoy se conozca si fue suicidio o asesinato.

Inolvidable, también, el episodio del 16 de junio del 2016, cuando José López, persona de su confianza y ex ministro de Obras Públicas, fue filmado depositando nueve millones de dólares en el Monasterio de Monjas Nuestra Señora de Fátima, producto de coimas, según reveló a los magistrados.

Ahora Cristina Kirchner está sin maquillaje y deberá enfrentar a la justicia. Sin embargo, sus primeras palabras fueron responsabilizar a los fiscales, a la derecha y al ex mandatario Mauricio Macri. Por supuesto, nadie le cree.

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