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LA RECONSTRUCCIÓN DE ARGENTINA Y SU TREMENDO IMPACTO EN AMÉRICA LATINA

El plan de ajuste y reformas estructurales que ha anunciado Javier Milei para la Argentina, si bien representa una gigantesca interrogante –por las evidentes resistencias y oposiciones que desarrollarán el peronismo y el mercantilismo– es evidente que resulta la única posibilidad de alcanzar el éxito en la nueva gestión del jefe de Estado libertario. En la posibilidad de reducir el gasto fiscal, de liberalizar los diferentes tipos de cambio, de retirar los subsidios a los servicios públicos y de las reformas estructurales de primera generación (privatizaciones, liberalización de mercados y precios) se juegan las posibilidades del éxito del plan económico de Milei. De lo contrario, la inflación –que bordea el 150%– se convertirá en hiperinflación y lo devorará todo.

 

Uno de los gigantes regionales puede enrumbarse hacia el desarrollo

 

Una mirada general de América Latina nos permite sostener que la economía de Brasil (con US$ 1.6 billones), la de México (con US$ 1.2 billones) y la de Argentina (con cerca de US$ 500,000 millones) representan casi toda la economía regional. Si uno de estos gigantes desarrolla una reforma económica que le permita superar la clásica trampa de los ingresos medios, que empantana a la región, en el acto se convertiría en la locomotora de Hispanoamérica. Y si esas transformaciones las desarrolla en democracia –como todo indica que sucederá en Argentina–, entonces estaremos ante un nuevo paradigma regional y planetario.
Desmontar el ficticio estado de bienestar que se ha construido en Argentina será una gesta épica que cambiará la historia de América Latina. La deuda pública suma más del 85% del PBI y encadena a varias generaciones de argentinos a pagar el dispendio y la farra fiscal de las últimas cuatro décadas. Por otro lado, el país del Río de la Plata tiene la mayor cantidad de empleados públicos por habitante en la región, muy por encima del promedio de la OCDE, situación que genera un permanente déficit fiscal. Igualmente los servicios públicos, incluidos los de transporte, reciben subsidios estatales que hacen imposible equilibrar los gastos con los ingresos del Estado, tal como sucede en cualquier economía con relativa salud o en cualquier hogar que se administra con responsabilidad.
El ajuste, pues, implica salir de esa tragedia macroeconómica que solo se mantiene con más impuestos al sector privado, con el permanente endeudamiento y con la emisión irresponsable que genera inflación e hiperinflación. Es evidente que el ajuste y las reformas estructurales representan la diferencia entre el éxito o el fracaso de Milei.
Si Milei logra implementar las reformas económicas, América Latina tendrá una hoja de ruta para abandonar ese péndulo que nos lleva a elegir gobiernos de izquierda –como en Chile, Perú y Colombia– que luego fracasan y son sucedidos por otros de derechas. O igualmente, a elegir gobiernos de derecha que fracasan por la imposibilidad de concretar los ajustes y reformas de segunda generación –tal como sucedió con la administración de Mauricio Macri en la Argentina, Sebastián Piñera en Chile y Guillermo Lasso en Ecuador– y después son sucedidos por administraciones de izquierda.

En las últimas cuatro décadas la América Hispana ha perdido el tren de la globalización. Vale recordar que en 1980 la producción industrial de Brasil era superior a la suma de las manufacturas de Tailandia, Corea del Sur, Malasia, China e India.

 

El péndulo de los modelos económicos nos ha llevado a la permanente inestabilidad y a convertir a América Latina en la región que hoy menos crece en el planeta. Hasta hoy en Hispanoamérica no se entiende que los países que alcanzan el desarrollo son aquellos en los que el Estado cumple un papel subsidiario con respecto al sector privado, en los que los mercados y precios están desregulados, y en donde el comercio internacional cumple un papel preponderante en la economía nacional.
En las últimas cuatro décadas la América Hispana ha perdido el tren de la globalización. Vale recordar que en 1980 la producción industrial de Brasil era superior a la suma de las manufacturas de Tailandia, Corea del Sur, Malasia, China e India. En el 2010 la industria brasileña solo representaba el 10% de la suma de las de los países mencionados. Por otro lado, el ingreso per cápita promedio de la región se estancó, mientras muchos países asiáticos alcanzaban el desarrollo.
La reconstrucción de la Argentina, pues, puede convertirse en la gran locomotora que empuje hacia adelante a la región.

TOMADO DE: El Montonero

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