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SOMOS EL MUNDO

Gustavo Blanco Ocharan (*)

     

gblancociticars@gmail.com

 

El ser humano es más que materia física, es una creación mucho más compleja en la cual la función corporal, cerebral y emocional; por ejemplo, no son simples elementos complementarios sino maravillosos atributos exponenciales que se interrelacionan y perfilan un inmenso horizonte aún por explorar y desarrollar en todo su potencial.
Como si fuera poco el ser humano posee otro componente, más complejo y menos notorio que no solo corrobora su complejidad, sino que cumple un papel; de un lado integrador, de todas sus capacidades internas, dentro de aquel misterioso microcosmos que representa el interior del Ser; como también, por otro lado,  receptor y emisor de toda la energía externa del macrocosmos que vibra en armonía y perfección con el Universo.
Un atributo propio de la espiritualidad es la habilidad consciente que se adquiere para no juzgar. Somos energía pura en evolución que venimos a la tierra a crecer y experimentar; cada persona tiene su propia misión, su propio ritmo, su propio propósito, su propio camino; de ahí que resulte tan importante practicar la tolerancia y el perdón que son manifestaciones extendidas y puras del amor.
El Amor es la frecuencia vibratoria más elevada que existe, representa el ADN del Creador y la energía perfecta que impregna vida a sus criaturas y a su creación.
Hacer consciente nuestra espiritualidad no nos pone dentro de una burbuja ajena o aislada de la realidad circundante, sino que nos permite procesar desde el ser, las diferentes manifestaciones que en ella se producen.

Actualidad y Espiritualidad

El mundo hoy en día se desangra con la guerra, los noticieros en general están llenos de violencia, hay crisis económica, delincuencia, corrupción, tráfico de drogas, tráfico humano, violaciones, injusticias, hambre, estados de necesidad y una serie de problemas recurrentes que se han hecho cotidianos, por lo que las grandes atrocidades que acontecen hoy nos sorprenden e indignan cada vez menos.
No somos energías aisladas sino integradas a un todo común, por eso lo que pasa en Ucrania, por ejemplo,  como en cualquier otra parte del mundo nos duele; la guerra solo trae muerte, miseria, sufrimiento y destrucción; la viabilidad del planeta está amenazada por nuestra propia capacidad nuclear que puede afectar cualquier posibilidad de vida del planeta que habitamos y que deberíamos cuidar y respetar.
Son momentos difíciles para la humanidad, que apenas trataba de volver a la normalidad después del desafío mundial que representó la pandemia, cuyos efectos también fueron mortales y devastadores.
Nadie puede afirmar con total seguridad si estamos entrando al fin de los tiempos o estamos frente a un nuevo comienzo, lo que sí se puede sostener es que vamos hacia un ineludible despertar de la consciencia, que nos invita a activar nuestra facultad espiritual para discernir y procesar, desde esa perspectiva los hechos y desafíos que enfrentamos para canalizar aquellas energías oscuras y poder impregnarla de pequeños destellos de luz y esperanza a partir de nuestra propia espiritualidad consciente que anhela un nuevo amanecer.
Aquel amanecer que nos encuentre mucho más reflexivos, iluminados y equilibrados para ser capaces de comprender que todos somos el mundo, sin fronteras, sin prejuicios, sin odios, sin guerras, somos imagen y semejanza espiritual del Gran Creador, somos su creación y guardamos en nuestro ser esencial las semillas divinas del Amor, aquel amor incondicional que procura la paz y que es ajeno a toda guerra.

 

California Abril 10, 2022.

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